Las exposiciones frecuentes y prolongadas al sol pueden ser la causa de que nuestra piel sufra daños a corto, medio y/o largo plazo. Sus consecuencias pueden ir desde irritaciones, eritemas, etc. hasta quemaduras de diversa intensidad y el temido cáncer de piel.
Recuerda:
Tomar sol con moderación y de manera progresiva, evitando las horas centrales.
Evitar las exposiciones prolongadas al sol y utilizar siempre protector solar adecuado para la piel. Se recomienda aplicarlo media hora antes y reaplicar cada 2h.
Limitar la exposición solar a menores de 3 años y procurar que beban agua.
El agua y la arena reflejan los rayos solares aumentando sus efectos sobre la piel.
Alternar los ratos de sol y los de sombra, y refrescarse con agua frecuentemente.
Beber agua a menudo para prevenir la deshidratación.
Los lentes con protección solar previenen la formación de enfermedades oculares
Usar ropa ligera, de algodón y proteger la cabeza con gorra o sombrero.
Más consejos
Mantenga las mismas normas de protección incluso en días nublados.
El ser joven no implica menor riesgo de complicaciones solares sino al contrario es cuando más importa la protección.
El bronceado no es saludable ya que es una reacción de defensa de la piel ante un daño intenso del sol. Cualquier cambio de color en la piel significa un daño irreparable.
Evitar el uso de camas solares ya que aumenta la posibilidad de tener cáncer de piel.
Use protector solar: en general siempre son recomendables los Factores 15 o superiores. Serán aún más elevados en función del tipo de piel o fototipo.
El protector debe aplicarse en la piel seca media hora antes de la exposición, debe cubrir todas las áreas expuestas, debe reponerse cada 2 horas, debe ser resistente al agua y debe proteger de la radiación ultravioleta B (UVB) y A (UVA).